viernes, 26 de septiembre de 2008
Ascensión a ningún lugar
Ante mí la montaña que lleva tu nombre, de belleza sincera y natural. Sin caminos, sin señales, sólo amanece para mí más allá de sus límites; sigo perdido entre sus bosques fascinantes y eróticos. Ligeros derrumbres y erosión; movimientos orogénicos la hacen más viva que nunca, a veces más viva que tú misma. El frío de la soledad reina entre las rocas que se ofrecen al descanso. El verde escasea en la ascensión, las piedras enseñan sus dientes y el viento sus puños. Sólo queda de ti el azul oscuro tintado de estrellas y lunas doradas. La nieve cubre las rocas y las gargantas son trampas infames. El frío de la tristeza ya llega más allá del corazón. La ansiada cima: aparte de la indudable belleza del paisaje, sólo queda de la montaña vacío frío y viento.
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