lunes, 1 de diciembre de 2008

Marinero (y II)

Sin remos remo, surco la espuma escarlata. Creo sin creer, me hundo mas floto. Dejo que las frescas gotas resbalen sobre mi mejilla, lágrimas mías pero ajenas. La tormenta me desgarra el rostro, éste que he perdido y vuelto a hallar, cada vez uno nuevo: el mismo. Mis máscaras y las suyas se entremezclan, se confunden, intentando mantener una parte de nosotros, sin saber cuál ni cómo ni por qué. Montañas de coral cubiertas por selvas de algas grises. Balsas de tiernos recuerdos amargos. Éstas son las heridas que nunca cicatrizan.

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